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13 marzo 2010 6 13 /03 /marzo /2010 16:04
Aquí van otras dos canciones.





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13 marzo 2010 6 13 /03 /marzo /2010 15:43
Se reanudó hace unos meses la filmación de una película de vampiros 100% española, bajo la dirección y producción de Miguel Angel Carrión Rojas, jefe de MACROPRODUCCIONES. Cronicas de sangre: La ascensión, segunda parte de la trilogía, acercándonos de nuevo a un mundo de noches sangrientas.

La primera parte tuvo gran éxito en ciudad real, en su primer festival de cine. Ahora, con mejor equipo, mayor reparto y un poco más de recursos, esta película garantiza un par de horas de peleas, suspense, miedo y sangre. Para los que disfruten del género.

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Visitad el enlace de MACROPRODUCCIONES puesto en la página para más información, o por si queréis ver la primera película, CRONICAS DE SANGRE: EL DESPERTAR.

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10 marzo 2010 3 10 /03 /marzo /2010 13:34
“Santos… Por algún lado oí que la receta era un buen corazón, obrar tres milagros, y la mayoría de las veces ser un mártir.”

“No he visto ninguno desde que fui de vuestro mundo.”


MaDRID, 8 de octubre 2009

 

 

El trabajo terminó pronto, sin embargo tardó un poco más en cerrarse el edificio. Tomás hizo exactamente lo que ella dijo, esperar a que todos se fueran, y ella hizo exactamente lo que le dijo, esperar a que él saliera.

No entendía nada, y sin embargo parte de él tampoco quería entender lo que pasaba. No sabía cómo, pero ella se lo metió en el bolsillo con la misma facilidad que un niño, algo que nunca le pasó antes. Esa atracción no la sintió nunca, era como su propia flautista, una sirena que tiraba de él solo con su voz. Ignoraba qué le pasó para pasar de ser una mojigata a una femme fatale, pero por otro lado eso no era lo que buscaba.

Montaron en el coche de él, después de todo, ella siempre iba en autobús. Tomás supuso que una pequeña parte de la vieja Tania todavía estaba presente. Aunque luego, su actitud melosa, le dio que pensar.

—Te lo aseguro cielo, mi casa te encantará.

Ella estaba a su lado, mientras él conducía. Sus ojos se desviaron de la calzada hasta las piernas de Tania, cruzadas de forma que con la minifalda se podía llegar a ver el liguero que enganchaba las medias.

Dios, está que se rompe de buena.

Se vio obligado a centrarse de nuevo en la calzada por tal de no matar a ambos con el coche. Puso las luces cortas, el sol se estaba poniendo en ese momento, Tomás se decidió y dijo algo.

—Tania.

—¿Sí?

—Llevas con nosotros… ¿Cuánto…? ¿Cuatro años en la empresa?

—Tres y medio.

—¿Por qué en todo ese tiempo te apartabas tanto? Parecías… no se, asustada de todo. Ni siquiera imaginaba que…

Ella le miró con las cejas levantadas y una media sonrisa. Tomás se calló.

—¿Imaginabas…? —preguntó ella, con algo de risa en la voz, llevándose un índice a los labios.

—Ya lo sabes.

—Prefiero oírtelo decir.

Él la miró, algo confundido.

—¿Es alguna clase de juego?

—¿Nunca te dijeron que no hay que darle evasivas a una mujer?

Se quedó un momento, dubitativo. Trató de encontrar las palabras, pero no era fácil, cambiar de forma de tratar a alguien después de estar acostumbrado a verla como una recadera.

—Ni siquiera imaginaba… que podías llegar a ser así de hermosa.

Ella se echó a reír, y Tomás no sabía como interpretarlo. Este no era él, no entendía por qué estaba así de pillado, como un novato. Cuando ella continuó hablando él sintió cierto alivio, no parecía enojada ni decepcionada por la respuesta.

—Que tierno puedes llegar a ser a veces, cariño.

El sonrió, pero con cierta incomodidad. Después de un silencio de casi diez segundos, vio que ella se había olvidado de la pregunta.

—¿Y bien?

—¿Bien qué?

—¿Por qué te apartabas?

—Oh, claro, perdona, pues… bueno… —empezó a decir ella, y en su cara se formó un gesto de picardía, mientras le miraba de arriba a abajo—… Siempre pensé que lo bueno se hace esperar.

Tomás giró a la derecha en un cruce, pero notó que una mano se posó en su muslo y empezó a palparlo despacio.

—¿Tú no?

No contestó, en lugar de eso tragó saliva de forma involuntaria y se centró en la carretera. A esas alturas ni se dio cuenta de casi estaba a veinte por encima del límite de velocidad.

Llegaron a los quince minutos a la dirección, una casa grande y con exteriores decorados con madera, con un jardin como los que ornamentaban toda la calle. Ella salió antes del coche que él, y mientras Tomás la seguía hasta la puerta de su casa, vio el seductor contoneo de sus caderas a la hora de caminar. En el fondo y en silencio dio gracias a Dios por lo que le estaba pasando, incapaz de creérselo todavía.

Nada más cruzar la puerta, Tomás la acercó para sí y juntó los labios con los suyos en un beso pasional, al mismo tiempo que sus manos se pasaban por la espalda y acariciaban sus caderas. Ella correspondió al beso con creces, y dejó que el la aupara sobre sí sosteniéndola por el trasero, haciendo que las piernas de Tania aprisionaran su cintura.

Sin dejar de besarse se adentraron en el salón, y aunque de forma un tanto torpe, fue abriéndose paso hasta el sofá, para quedarse sentado con ella encima. Para él era tan ligera que incluso podría haberla llevado así a su dormitorio, pero no podía esperar.

Mientras se besaban y magreaban el uno al otro, él fue quitándole los botones de la blusa. Cuando terminó se la quitó y la tiró a un lado. Se maravilló al ver los pechos al descubierto. Creía que ya no se podía parar.

—Es… espera.

Él apenas podía oírla.

—Espera cariño, espera —seguía diciendo ella entre susurros y jadeos, y él al final se quedó algo cortado, también con la respiración agitada.

—¿Qué pasa? —el tono con el que preguntó denotaba molestia, pero ella seguía sonriente y con los ojos entornados y la cara muy pegada a él.

—Hagamos las cosas bien, no vayamos a arruinar la noche —le contestó, entre beso y beso para evitar el malestar. Tomás lo comprendió, ella hablaba de preservativos, y él tampoco quería problemas más tarde—. Tardo un minuto.

Él sonrió, y cediendo, dejó que se levantase. Cuando ella salió del comedor, Tomás se pasó las manos por la cara, el sudor le perlaba la frente. Nunca se sintió tan excitado. Ni con Carla, ni con Andrea, ni con María… Tania tenía algo que ellas no.

Ese par de minutos se le hizo eterno, hasta que oyó detrás de él sus pasos, y luego oyó su voz de nuevo.

—Cierra los ojos —dijo, era la voz más seductora que escuchó jamás, y él sin dudarlo, los cerró, imaginando cuál iba a ser la sorpresa.

Imaginación traicionera.

—Te aseguro una cosa —susurró ella a su oído, y de pronto notó un fuerte pinchazo en el cuello—, no te olvidarás de esta noche.

* * *

—Por Dios Julia ¿qué me estás contando?

Julia y su compañero estaban delante del comisario, con los informes sobre su mesa y mostrándole los detalles. Sin embargo, no lograban convencerle de que les diese una orden. Ella hizo que David estuviese de acuerdo con su punto de vista, pero todavía se mostraba algo dudoso.

Daniel Salvador era un hombre curtido por sus años de experiencia, tanto en su cargo como en sus rangos anteriores. Era un hombre de avanzada edad, y sin embargo de una constitución fuerte, con lo que podía hacer el trabajo con la misma facilidad que los agentes con veinte años menos que él. Apenas tenía pelo, pero no era algo que ocultaba, y tenía una mirada inteligente y precavida. Una amplia cicatriz se extendía por la mejilla derecha, una de sus muchas medallas al valor, por decirlo de algún modo. Muchos en el pasado bromeaban con él que solo le faltaba el parche para que lo llamasen “Nick Fury”, y al final se quedó con el mote.

Tenía experiencia, mucha más que todos los demás miembros del cuerpo, y por ello podía ver las lagunas que ella ignoraba.

—¿De verdad creéis que ese bicho, monstruo o lo que sea, tiene dueño y se dedica a quitarle la correa para que se cepille a los clientes de un garito que sale en las revistas?

Ella no se iba a dejar arrollar por la actitud del comisario. Conocía la forma de actuar de Salvador, o defendía lo que trataba de explicarle o solo conseguiría una patada en el culo para salir del despacho.

—Señor, escúcheme, le aseguro que concuerda. Uno de ellos es… era cliente habitual, otro tenía una tarjeta de ese sitio e iba acompañado de los VIPs cuando se le vio por última vez con su novia, y otro era dueño de un tanto por ciento del negocio en sí. ¿No le basta?

Salvador suspiró, con una cara que podría entenderse por “esperaba mucho más de ella”. Para nada era una buena señal.

—¿Y que quieres? ¿Qué firme una orden de clausura del negocio? Conozco ese sitio, Julia, lo conozco de sobra.

—Tres víctimas están relacionadas, señor —dijo David.

—¿Y las otras qué? ¿estorban?

David parpadeó un par de veces, Fury nunca negaba una evidencia, al menos no desde que estaba allí.

—Dos han sido en esta misma semana —añadió Julia.

—Eso no me dice nada.

—Pero esto prueba…

Salvador dio un palmetazo contra la mesa.

—Solo prueba que tres tíos cualquiera, tres clientes de un local fueron mascados como chicles junto a otros ocho que no tienen ninguna relación, no que un monstruo se pasea por las calles con un amo a lo “El pacto de los lobos”. Casi trescientas personas distintas al día se pasan por ahí. Con todo esto que me pones delante no me dices nada, NO tenéis nada.

A ella solo le faltaba quedarse con la boca abierta. No podían continuar por ningún lado el caso salvo por ese, y el comisario prácticamente había escupido sobre esa posibilidad.

—¿Y qué quiere que hagamos, que nos quedemos de brazos cruzados hasta que otro cadáver nos dé más pruebas? ¿no se…?

Dejó de hablar porque David la había cogido del brazo para que se callara, y en principio le miró con frialdad, pero luego se sintió tentada de darle las gracias por protegerla de hacer una escena. Salvador observó la escena, y por tal de no empeorar las cosas decidió no continuar con la discusión. Se echó hacia delante, apoyando los codos en la mesa, sin parpadear siquiera.

—Si lo que queréis es pasaros por el local de los cojones y hacer preguntas no me opondré, pero hasta que no tenga más pruebas, olvidaos de la orden. No hay más que hablar.

Ella cogió el informe y se fue, de una forma que, si David no hubiese parado el portazo, aquello habría acabado muy malamente. Su compañero la siguió mientras hablaba.

—Julia, me estoy cansando de perseguirte a trote por la comisaría cada vez que estás de mal humor. Para de una vez.

Tardó un poco en hacerle caso, pero después se dio la vuelta, a punto de preguntarle por qué no abrió la boca, o por qué no la respaldó. Después se lo pensó y prefirió no decir nada de eso, en vez de eso se tranquilizó, era famosa por su mal genio.

—¿No te das cuenta? Hay una cosa que no habíamos pensado.

Otra vez lo mismo.

—¿El qué?

—Al principio pensé que todos tenían alguna clase de relación, pero es obvio que no todos la tienen. Lo que significa una cosa, ese puto domador no solo tiene enemigos en el Sucubus Nest.

Aquello era algo excesivo para él, una suposición, así a la ligera. David no podía pasarlo por alto.

—Oye, creo que te estás columpiando un poco, ni siquiera sabemos si es cierto lo del domador.

—¿Qué no? Entonces acompáñame al local.

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10 marzo 2010 3 10 /03 /marzo /2010 13:29

1. Si usas un telefono de tonos, pulsa numeros aleatoriamente mientras haces el pedido, y dile que deje de hacer eso.

2. Inventate un nombre de tarjeta de credito y pregunta si la aceptan.

3. Pide un Bic Mac con patatas y bebida grande.

4. Termina el pedido con "Recuerde, esta conversacion nunca ha tenido lugar".

5. Dile que tienes al de Pizza World en la otra linea y que te quedas con el que te haga el precio mas bajo.

6. Solo dale tu direccion y cuelga diciendo "Sorprendeme".

7. Contesta a sus preguntas con otras preguntas.

8. Deletrea los ingredientes.

9. Tartamudea cada vez que digas algo con "p".

10. Pide una Rolling Pizza (o una tres pisos si llamas a Pizza Hut)

11. Di "¿Diga?" y actua como si te hubiese llamado el a ti.

12. Haz tu pedido con aire decidido y seguro. Cuando te pregunten si quieres alguna bebida, desmoronate y actua como si estuvieses desorientado.

13. Cambia el acento de tu voz cada 3 segundos.

14. Pide 52 rodajas de pepperoni preparadas siguiendo un patron fractal que siga la ecuacion que le vas a dictar.

15. Si te repiten el pedido para asegurarse, dí: "Vale, son 1.895, por favor recoja su pedido en la siguiente ventanilla"

16. Explicale que lo que quieres es alquilar una pizza.

17. Pregunta si puedes quedarte con la caja de carton. Cuando te respondan que si, da un sonoro suspiro de alivio.

18. Pide tu pizza "removida, no agitada".

19. Pideles que se cercioren de que tu pizza esta muerta.

20. Imita la voz del que toma el pedido.

21. Elimina los verbos de todo lo que digas.

22. Di que es vuestro aniversario y que agradecerias si el repartidor esperara contigo escondido detras del sofa hasta que aparezca tu marido/mujer y asi darle una sorpresa.

23. Pide ver la carta.

24. Advierteles que no tienen idea de lo que esta en juego con ese pedido.

25. Pregunta que ingrediente pega mas con un Chardonnay del 89.

26. Eructa al auricular y dile despues a tu perro que deberia estar avergonzado.

27. Pide solo una porción.

28. Psicoanaliza al que toma el pedido.

29. Quejate del servicio. Mas tarde, vuelve a llamar diciendo que estabas borracho y que no querias decir eso.

30. Dile al que toma el pedido que le diga al encargado que le diga al supervisor que esta despedido.

31. Si utilizas un telefono de tonos, marca el 091 cada 5 segundos durante la conversacion.

32. Aprende a tocar blues con la harmonica. Deja de hablar para tocarla a intervalos regulares.

33. Revelale al que toma el pedido un codigo secreto y pidele que lo memorice para los proximos pedidos.

34. Pide champiñon como primer ingrediente, cuando hayas terminado, antes de colgar, dí: "Sin champiñones, por favor", y cuelga antes de que pueda contestar.

35. Cuando te repitan el pedido, corrigelo cambiando algun ingrediente. Cuando vuelvan a repetirlo, ya corregido, corrigelo de nuevo. A la tercera preguntale si es su primer dia de trabajo.

36. Regatea.

37. Pregunta cuantos delfines han muerto para hacer esa pizza.

38. Evita utilizar la palabra "pizza" a toda costa. Si el que toma el pedido la dice, cortale con un "Por favor, no mencione esa palabra".

39. Haz el pedido durante una persecucion de coches en la tele, con el volumen muy alto. Grita "Aaaarggh" cuando suene un disparo.

40. Si el que toma el pedido parece no aceptar cualquiera de las bromas anteriores, dile que el otro empleado si te deja hacerlo.

41. Dile si podrian envenenar la pizza para matar a tu hermano, el favorito de tus padres.

42. Pide un menu con dos pizzas tres bebidas con jamon sin champiñones etc... y cuando te repita todo el menu para asegurarse dile que lo cancele que ya llamaras mañana

43 Ve a la tienda, mira la tele sin comprar nada, coge el telefono, llama y di ¿Podriais cambiar de canal?

44 Canta cumpleaños feliz y di que hoy, como es el cumpleaños del que te
atiende, le dejaras traerte la pizza gratis

45 Pega un grito y cuelga

46 Cuentale un chiste verde, si se rie, cuentale otro, si no, dile: Vaya sentido del humor, en (diotrapizzeria) se rien, y cuelga
47 Atraca la tienda y pide que te den todas las pajitas.

48 Pincha las ruedas de las motos

49 Encarga muchas pizzas en la tienda, cuando te vallas a ir, que se te caigan todas. Echate a llorar y di: Ahora mi mamá no me va a dar de cenar!! SI te ayudan e incluso te dan bebidas y otras cosas nuevas, repite el proceso y quejate del suelo
Nº 50:Intenta pagarle con dinero del monopoly
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10 marzo 2010 3 10 /03 /marzo /2010 12:39
Aquí tenemos un poquito de megadeth. En particular, me encanta la música que hicieron para Duke Nukem, y la que hicieron para el gears of war 1 tampoco estaba mal.



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10 marzo 2010 3 10 /03 /marzo /2010 12:24
Con este antecedente iniciamos la categoría "Cine y series", para recomendar películas y demás. Aquí hay una para los que les gusten los rebeldes.

Sons of Anarchy, esta serie de moteros es la leche. Trata de la vida de un club de motos en una pequeña ciudad ficticia llamada Charming. Allí tratan de arreglarselas para ganarse el pan y protegerse, más ilegalmente que legalmente xD

Algunos actores ya los conoceréis de algunas películas, por ejemplo ron perlman, quien encarnó a hellboy en las dos películas. Enga, a ver la serie xD.

sons of anarchy
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8 marzo 2010 1 08 /03 /marzo /2010 14:07

Caminar por el hospital de madrugada se volvió una costumbre para él, ya que la mitad del tiempo diurno lo utilizaba para descansar. Aunque aquello no era algo que le hiciese sentirse mejor, en el pasado no necesitaba un envoltorio de carne para mantenerse dentro del mundo, podía hacer que su sola esencia se hiciese corpórea con la forma que quisiera. En cambio ese cuerpo le exigía una manutención estricta. Daba gracias a que no necesitaba estar constantemente alerta por si respiraba, si se le olvidase no le sería raro que se le cayesen los ojos.

Y encima, para ser un envase humano, era más débil que la media.

Pero no estaba allí para autocompadecerse, encontrar un lugar en aquel mundo sin fe no era fácil, y tampoco encontrar un motivo para seguir. Sólo sabía que hasta tener una respuesta debía estar preparado, ser fuerte… antes de que ocurriera algo. El camino de Javier podría verse truncado por cualquier impedimento, hasta por alguien de su clase, su antigua clase.

Sin embargo ese cuerpo mejoraba, y los pactos hechos hasta ese momento le fortalecerían. En unos días, podría hasta salir de ese frío hospital.

Y de ahí en adelante… bueno, ya se verá.

Cavilaciones… daría lo que fuera por pensar alguna vez en algo que no fuese lo mismo.

Y por pensar tanto cometió un error.

En uno de los pasillos que hacia esquina con otro, torció cuando no debía, y un haz de luz de una linterna le iluminó. Como acto reflejo volvió atrás, pero fue tarde. Aunque fue solo un instante, el guarda de seguridad le vio.

—¿Quién hay ahí?

El guardia no se lo pensó, corrió hasta el cruce entre los pasillos lo más rápido que pudo, pero era algo corpulento como para correr los cien metros libres sin dejarse el aliento. Aun así, supuso que ese desconocido no tendría tiempo de salir del otro pasillo.

Pero en cuanto giró no vio a nadie por el pasillo.

—Muy listo —dijo el guardia en voz baja. Se llevó la mano al comunicador y pulsó un botón, abriendo un canal con un compañero—. Oye Félix, acabo de ver a un paciente fuera de su habitación… Sí, tercera planta, creo que se metió en una de las habitaciones, voy a mirar en una, tú atento.

El guarda fue a la primera habitación a la derecha, alumbrando con la linterna las esquinas. Lo que no sabía era que mirase donde mirase, no le iba a encontrar, aunque seguía en el pasillo. Había ciertas cosas que la criatura podía hacer, y esa era una.

Javier le miraba desde arriba, como si fuera el guardia y no él quien estuviera pegado en el techo como un insecto. Torció la esquina del pasillo por el techo, adherido, en contra de la gravedad.

Lo bueno de aquello era que las cámaras de seguridad estaban por debajo de él. Cuando avanzó lo suficiente se dejó caer, y al tocar el suelo prácticamente no hizo ruido. Ahora podía continuar con lo suyo.

Aunque fue un fallo bastante gordo el que le viera, al menos tuvo suerte. Al pensar que era un paciente fuera de su cuarto, no llamarían a la policía. La poli de alquiler tenía su orgullo.

Esa noche salió porque durante el día notó un cambio extraño en el hospital y no podía recorrerlo así como así. También había cosas que podía ver o notar. Si se centraba en ello, podía notar a todos los que les rodeaban por su esencia, por el eco que emitía su alma, a sus ojos eran igual que faros. Hacía poco un alma resquebrajada y corrompida llegó al hospital.

Y la notaba muy cerca.

Un rato después, llegó a una habitación que estaba un piso por debajo. Estaba justo detrás de aquella puerta. Al cruzarla, vio una habitación como la suya, con una sola persona, que se mantenía viva a través de tubos. Su cuerpo era tan delgado como el suyo, y en un lado de la cabeza, donde debería haber pelo tenía un tribal enorme.

El sentido común de su propio cuerpo quería que se mantuviese alejado de ese tipo, su cuerpo tenía miedo. Javier no se dejó influir, ese tipo estaba drogado, durmiendo por la anestesia general. En la placa de la cama ponía José Romano. Estaba allí por tres heridas de bala en el pecho.

Javier colocó su mano en la frente del inconsciente José, y solo dijo una cosa, una palabra imbuida de poder en una lengua que prácticamente nadie en ese mundo conocía, salvo otro como él. La traducción más fidedigna era esta.

Háblame.

Un torrente de imágenes de muerte inundó su cabeza. El demonio se dio cuenta, era un psicópata esquizofrénico, secuestró y asesinó niños, atracó tiendas, envenenó drogas que luego vendió a sus enemigos en la calle, incluso destrozó a puñaladas a un hombre. Estaba allí tendido porque un compañero le traicionó en un atraco y se llevó todo el dinero. La policía no pudo vincularle por falta de pruebas.

Vio muchas almas como esa en la antesala del foso, pero no mucho peores. No solo le daba asco, sino que además carecía de creencia alguna. Estaba más muerto por dentro que por fuera.

El mundo no lloraría por su muerte. Le había juzgado, por la vida que llevó.

Era consciente de que en poco más de un minuto aparecerían los médicos, para encontrarle muerto por fallo cardíaco, causado por muerte cerebral, así que salió por la ventana y volvió a su habitación.

* * *

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8 marzo 2010 1 08 /03 /marzo /2010 14:05

La vida de Rocío cambió hace casi diez años.

Ella continuaba en su despacho, apartándose por un momento de la multitud de abajo, tomándose un tiempo para organizar sus pensamientos. Recordó lo ocurrido aquella vez.

Se perdió a si misma durante su juventud, apenas tenía confianza ni autoestima, su niñez fue difícil en el colegio, y de allí  en adelante las cosas iban de mal en peor. A la larga eso la llevó a irse de casa, en un intento de arreglar su vida, pero lo único que consiguió fue acabar siendo destrozada y extorsionada por alguien a quien quiso.

A raíz de ese dolor, fue cuando bajó la guardia.

En un instante las cosas cambiaron, pensaba que estaba loca, que la voz que oía era solo producto del delirio y del dolor. Una voz que le prometía lo que quisiera, todo lo que imaginase.

Tardó dos días en aceptar la oferta.

Ahora, era dueña de un local que era el éxito, por encima de las discotecas, los bares o los casinos, un club en donde todos iban en busca de diversión, compañía, fiesta… todo lo que pidieran.

Lugar que llamó Sucubus Nest.

Aquella voz la invadió y se apoderó de Rocío porque ella se lo pidió, dejando que una entidad tan vieja como el tiempo entrara dentro de ella y tomara las riendas. Desde entonces, la humana a veces quedaba en un segundo plano, viendo todo lo que aquel ente hacía a través de su cuerpo. Un lado formaba parte del otro de forma recíproca, y eso le gustaba.

Al principio estaba encantada con los arrebatos de la corruptora. Fue feliz cuando Danael la ayudó a vengarse y dejar en la miseria al cabrón de su exnovio, fue feliz al dar rienda suelta a las ansias de hacer daño del demonio contra cada mal nacido que osó dañarla a ella, y fue feliz también cuando de pronto todos la querían y necesitaban de su ayuda, dando cualquier cosa… Pero poco más tarde se dio cuenta de lo que estaba perdiendo, de que ella se estaba perdiendo a si misma. Trató de frenar a esa criatura y de expulsarla de sí, pero no era capaz, no sabía la forma. Sin embargo ese ente infernal no ejercía un control total sobre ella, por lo que quedaron en tablas. Danael no se dejaba llevar por sus vicios y Rocío no trataría de echarla.

Poco apareció su primera fuente de poder, Diego. Fue el primer humano que Danael conoció al volver al mundo material y consideró no destruir su vida, y gracias a él no se convirtió en una bestia con ansias de muerte, fue un soporte para… volver atrás. Demostró ser muy eficiente a la hora de cumplir lo que le pedía, y poco a poco, junto a él, levantó su pequeño y primer imperio.

Con el tiempo y su ayuda montaron aquel negocio, pero en un lugar más estrecho y apartado del centro. El éxito fue inmediato, ya fuese por el buen servicio de cara al público o sus promesas en la intimidad. Se corrió la voz de que era el garito más popular con mejor servicio y clientela al par de semanas, clientela que utilizó para hacerse más fuerte, a la hora de cumplir sus deseos más mezquinos.

Con el tiempo también aprendió que no era necesario matar a nadie para divertirse, cosa que al ente no le gustó al principio, por la negativa de Rocío a que siguiera matando. Incluso consiguió que se hiciera menos visceral. Eran mitad y mitad, cada una equilibraba la otra. Danael daba a Rocío fuerza, y ella evitaba que la caída lo destrozara todo. Eran una sola.

Rocío, aunque no era un monstruo, tampoco era una santa. Algunas de las apetencias de Danael si la confortaban. De vez en cuando utilizaba a los seguidores que no eran demasiado útiles para su propia diversión. A veces jugaba con ellos y sus esperanzas para ver su desesperación, otras les ayudaba a salir del pozo de la miseria mientras se reía a carcajadas, algunas veces se limitaba a ordenarles cosas degradantes o casi imposibles a cambio de lo que deseaban.

Lo divertido era que se esclavizaban ellos mismos, ella apenas tenía que pedir algo.

Poco después tuvieron que trasladarse a donde estaban, pues el anterior casi siempre permanecía abarrotado, lo que llamaba la atención de la policía. En más de una ocasión intentaron hacerle redadas, en busca de narcóticos o cualquier otra actividad delictiva que se les ocurriese. Imbéciles, no necesitaba de alucinógenos para dejar a sus clientes “alucinados”. De hecho sus clientes fueron avisados de que, en caso de no cumplir sus reglas (como la de nada de drogas), pasarían un mal momento y después sufrirían un trágico accidente.

No le hacía falta expandir más el negocio, no tenía delirios de grandeza ni perseguía más poder y fama del que ya tenía. De hecho, disponía de suficientes recursos para solucionar la vida de Rocío y tres generaciones por delante… Además, de haber continuado, aparecer de la nada como una millonaria en la alta sociedad atraería las sospechas.

Pero al menos tendría medios humanos para quitar de en medio al maldito devorador.

En el presente, el problema con ese demonio encabezaba la lista de Danael, él y su empresa lo primero que pretendían eran suprimirla, quitarla de en medio para sus planes a largo plazo. Al comienzo fue una mera molestia, pero más tarde se convirtió en un factor de riesgo demasiado grande.

Desechó la idea de usar humanos tan pronto como se le ocurrió. Un antiguo guerrero celestial puede triturar cualquier mortal que se pusiera delante. Un Elohim, en especial uno de esa clase, solo puede ser destruido a manos de otro… o de una enorme catástrofe.

Por desgracia, Danael no era lo bastante fuerte como para hacerle frente sola, no a menos que recuperase lo que perdió. Y aun así sería difícil, su clase no era muy eficaz en la guerra, tenía otras funciones.

Esa sensación que tuvo días atrás, a veces pensaba en ella. Era un poder demoníaco, de eso estaba segura, pero no cómo el suyo ni el de su enemigo. Era fuerte, pero caótico y desenfocado, como el llanto de un recién nacido, lo que significaba que hacía muy poco que se liberó. De ahí en adelante continuó repitiéndose, al menos una vez cada uno o dos días. Ella entendía perfectamente el por qué, estaba asegurando su permanencia.

Pero cuanto más actuaba, más nerviosa se ponía ella. Con cada vez se exponía más a que el devorador le detectara.

La intensidad le hizo recordar las primeras casas celestiales. Castas de lideres, comandantes de la guerra… No reconoció quien fue, pero estaba lo bastante cerca como para sentirle cuando actuaba.

Solo deseaba que no fuese un nuevo enemigo.

Por el teléfono le llegó una llamada, y ella lo cogió sin dudar. Era uno de los porteros, avisándola de que un par de policías estaban en la puerta y querían hablar con ella.

¿Otra vez? ¿Es que no se cansan nunca?

Miró su reloj, faltaba poco para que se hiciese de noche.

* * *

Duke estaba bastante impresionado con el avance de su amigo. No solo respondía bien a la rehabilitación, Javier se mostraba mucho más receptivo que al principio, demostraba que quería colaborar. Su desarrollo fue notable, física y mentalmente. Si de primeras no podía mantenerse en pie, ahora casi podía subir las escaleras sin sudar apenas. Había ganado peso en ese tiempo, ya no parecía un esqueleto viviente.

Su memoria también mejoraba, aunque todavía no entendía muchas cosas, ahora por lo menos reconocía los conceptos de distintos objetos y actividades. Se alegró mucho de que sin que se lo mencionase dijese que quería afeitarse. En cuanto lo hizo se transformó en una persona completamente distinta, parecido a como era antes, incluso había adquirido un poco de color.

Si todo seguía así de bien, en un par de días podría darle el alta.

Lucia visitaba casi diariamente a Javier, a veces ayudándole con la rehabilitación. Duke sabía perfectamente que aun con su separación, ella seguía teniendo sentimientos hacia él. Javier tenía suerte de que alguien se preocupase tanto por él.

Vargas miró su reloj, las cinco y media. Tenía que mirar a un paciente en la doscientos cinco, se le había diagnosticado pleuresía, se recuperaba poco a poco pero no era una enfermedad fácil.

De camino, se encontró a la jefa de enfermeras, Beatriz, que le cortó el paso.

—Vargas, tenemos que hablar.

Beatriz parecía que había estado corriendo por medio hospital, le faltaba el aliento.

—¿Qué ocurre?

—Es la paciente de la trescientos cuarenta y seis. El doctor Alonso dice que vaya lo antes posible. No te lo vas a creer.

Dos minutos más tarde, llegaron a la habitación de Brenda, que estaba sentada en el borde de la cama, con Alonso mirando los reflejos con una luz frente a sus ojos.

Ambos giraron la vista hacia él, y Duke no se lo creyó, era imposible.

Fue cuando Alonso habló.

—Yo tampoco lo entiendo, ha sido capaz de leer mi nombre en la bata desde la puerta.

No podía ser verdad. ¿Una ciega que de repente es capaz de ver?

—Y no solo la vista —se incorporó y dio a Vargas el resultado de las pruebas que le hicieron por la mañana.

Cuando el médico miró los resultados se quedó boquiabierto, sin saber que decir al principio, salvo manifestar la increíble verdad que veía.

—… Su corazón esta perfecto.

—Está hasta mejor que el nuestro, ha mejorado hasta su nivel de colesterol. No puedo explicarlo Duke, es como si fuese…

—¿Un milagro? —cortó el preguntando.

Ya era la tercera vez que pasaba. Brenda no fue la primera que había mejorado milagrosamente, en dos semanas habían pasado dos cosas como esa, un hombre con leucemia en un estado muy avanzado, en su último chequeo mostró negativo, incluso le había crecido el pelo un poco días después de haber recibido radiaciones. Y también un hombre con cáncer de pulmón, los tumores habían remitido cuando se esperaba que metastatizasen en cualquier momento. Ella era el tercer paciente que se recuperaba por completo de una enfermedad mortal, sin explicación posible.

También había rumores de una especie de fantasma que rondaba por los pasillos del hospital, los de seguridad estaban nerviosos, ¿tendría aquello algo que ver?

—Señora García, ¿cuánto hace que puede ver?

—Desde esta mañana, sin duda ha sido un regalo del cielo.

No lo comprendía, Vargas era una persona racional, todo debía tener una explicación razonable, los milagros no pueden ocurrir porque sí. Revisó las pruebas, no constaban sustancias anómalas en la sangre, lo que significaba que no se había tomado nada para esa increíble recuperación.

Dieron el visto bueno a la anciana y dejaron que las enfermeras la llevasen de nuevo a su habitación. Entonces se sintieron capaces de hablar abiertamente.

—… Como sigamos así la prensa nos comerá vivos a preguntas.

—Tampoco lo descarto. Me imagino el circo mediático que montarían de saberlo —respondió Vargas, con la cabeza baja y un par de dedos masajeándole la frente. No lo vio nada alentador—. Por suerte, no ha venido ningún periódico ni cadena.

—Por ahora.

A Vargas no le gustaba esa posibilidad. No era que no viese como algo positivo esas “recuperaciones”, pero temía lo que vendría después. De saberlo los medios de comunicación, en menos de una semana el hospital estaría abarrotado de pacientes, buscando también una cura milagrosa. Aquello se volvería una jaula de grillos.

No podían hacer nada y lo sabían, ¿cómo evitar algo que es imposible?

—… Tengo que ir a la doscientos cinco, un paciente con pleuresía. A ver si hay suerte y también se nos cura —dijo bromeando, y saliendo de la habitación.

No era ni un crédulo ni un idiota, ¿gente sanada sin más como por obra de una voluntad divina? Demasiado bonito para ser cierto. Alguien, con medios que no fue capaz de imaginar, era el responsable de todo.

* * *

Tomás estuvo al menos una hora encargándose de las nóminas del mes de abril, y de la baja por enfermedad de uno de los técnicos. Ese tipo no le parecía trigo limpio, cuando volviese estaría observándole una temporada. Terminó todo, lo archivó y giró la llave del cajón. Sí, era un buen trabajo, aunque a veces demasiado monótono, por eso Tomás era de los que preferían terminar cuanto antes para poder tumbar los pies sobre la mesa de forma holgazana “con el deber cumplido”. Sin embargo el aburrimiento le podía, ese día iba a ser largo.

Al cabo de un rato jugando al solitario, al buscaminas y al póquer online, sintió la necesidad de ir al baño. Después de todo, se había pasado la mitad de la mañana bebiendo agua.

Cuando salió, vio a la mitad de los empleados charlando delante de la máquina de café. Tampoco les iba a decir nada, pero… bueno, esa serie le encantaba.

Al entrar al baño no encontró a nadie, y de camino a los inodoros se miró en el espejo. Estaba presentable. Al llegar, tres de los seis que había allí estaban cubiertos por bolsas de basura negras, lo que significaba que todavía no los habían arreglado.

Se puso delante del tercero, y se pasó la mano por la frente. Algunas veces tenía ganas de irse directamente a casa.

Fue a llevarse las manos a la cremallera, pero la sorpresa le dejó por un momento incapaz de reaccionar. Ya había unas manos ocupándose de aquello, unas manos delicadas y muy finas.

 —No me ha gustado nada la forma en que me miró antes —escuchó junto a su oído en un seductor susurro, Tania con tacones era tan alta como él.

Por su parte, Tomás consiguió tener algo que decir, pero no lo dijo con incomodidad ninguna.

—Se supone que este es el aseo masculino.

—¿Quiere que me vaya? —contestó, apretando un poco. Él solo emitió un leve gemido de incorrección, pero una sonrisa apareció en su cara, cuando sintió como sus generosos pechos se pegaban a su espalda—… ¿O necesita algo más, señor Ferrero?

A punto estuvo de vacilar, pero consiguió mantenerse.

—Podría interpretarlo como acoso sexual.

—A otra perra con ese “hueso”. ¿Crees que no lo sé? Toda la oficina habla de que te has estado tirando a la mitad de las chicas de la limpieza, y ahora empiezo a entender por qué no te denuncian.

Un golpe bajo, nunca mejor dicho —pensó.

—¿Estás molesta?

—Celosa —respondió, al mismo tiempo que empezó a usar la lengua para jugar con el lóbulo de su oreja.

Eso si que no se lo esperaba, y menos de parte de ella. Aquello sobrepasaba el autocontrol de Tomás, que empezaba a excitarse, y a punto estuvo de pedirle que parase, normalmente el dominaba la situación.

—Pues antes parecías más reacia cuando me evitabas ¿por qué ahora?

No le contestó todavía, simplemente se la sacudió cuando terminó de mear, luego sin soltarle le hizo darse la vuelta para llevarle contra la pared de azulejos, casi violentamente. Y antes de que él hiciese nada le besó, de una manera tan prolongada y lujuriosa que la lengua casi le ahoga.

Y cuando Tomás casi se había rendido del todo, cuando estaba a punto de dejarse llevar, fue cuando ella paró y con una mano se separó de él.

—Ahora no cariño, cualquiera podría entrar. Acompáñame a casa cuando la jornada acabe y todos se vayan. Allí podremos jugar sin molestias.

Le dio un último apretón antes de soltarle y con un andar contoneante se alejó de él, sonriente.

—No me hagas esperar —le dijo, antes de abrir la puerta y salir.

Tomás tardó un poco en darse cuenta de lo que había pasado. Al final se había quedado allí, solo, apoyado en la pared y sudando. Lo consideró todo y esperó un poco para que su cuerpo se normalizase y diese margen de tiempo a Tania. Aprovechó para arreglarse y repeinarse con las manos frente al espejo, y esperó un poco antes de coger el teléfono y marcar el de su casa.

—Cariño, ha surgido un problema y tengo que quedarme hasta tarde… El ordenador, que se ha bloqueado y ahora tengo que terminar los informes a mano… de acuerdo. Guárdame la cena… Sí, yo también te quiero.

* * *

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8 marzo 2010 1 08 /03 /marzo /2010 14:03
“Una vez me preguntaron si el mundo sería distinto si todos supiesen la verdad. Evidentemente sí… pero en un mundo donde se tienen todas las respuestas, no hay cabida para la fe.”

“Tal vez fue eso lo que impulsó la mano de Dios a la hora de castigarnos.”


MaDRID, 7 de octubre 2009

 

 

A Brenda, una anciana ciega de sesenta y ocho años, le diagnosticaron una enfermedad degenerativa hacía seis, que le arrebató la vista por completo trece meses atrás. Vivía con su marido, disfrutando de la pensión en casa de sus hijos, cuidando a sus nietos y viéndolos seguir con su vida…

Pero ella ya no.

Enfermó también del corazón, tres días antes sintió que estuvo a punto de desmayarse a causa de un fuerte dolor en el pecho. Los médicos lo llamaban angina de pecho. Despertó en el hospital, pero cuando le dieron la noticia no se asustó, sabía que ocurriría tarde o temprano. Por parte de madre le llegaba un largo historial de muertes por ataque cardiaco, pero no tenía miedo, porque sabía muy bien que todo tenía que llegar.

Era una mujer que siempre creyó en Dios, su fe nunca desfalleció, ni en los momentos más duros y tristes de su vida. Tenía experiencia ante la adversidad y siempre se mantuvo firme. Todos la querían.

Aferraba la cruz de su cuello, rezando como hacía todos los días. Dejó cerca de su cama las capsulas de nitroglicerina. Si todo iba bien, al día siguiente le darían el alta.

Sin embargo hacía un par de días que recibía la visita de alguien por las noches. No le conocía, no podía ver su cara, y era un hombre muy silencioso. Sin embargo no demostró ser una amenaza, y además la agradó el tener a alguien que la escuchara en la soledad de su habitación, ya que no había otro paciente con ella.

De pronto notó que empezó a hacer algo de corriente. Habló con voz temblorosa, producto de su edad.

—¿Hola?… —y cuando le llegó la sensación familiar que le daba siempre ese silencio, se dio cuenta de que era su visita nocturna—. Ah, eres tú. Pensaba que no vendrías esta noche.

—Me gusta disfrutar de tu compañía, abuela —oyó responder al visitante, con voz ligeramente ronca—. Siempre muestras el lado bueno de las cosas.

—Eres un encanto —sonrió Brenda—. Hoy ha venido a visitarme mi familia. ¿Sabes? Mira, me han traído un portafotos, en mi mesita de noche. ¿Puedes alcanzármelo, por favor? —y un momento después, notó el tacto de madera sobre sus dedos, y volvió a sonreír ampliamente—. Gracias. Sí… recuerdo el momento en que me hice esta foto con mis nietos, ¿a que son una hermosura?

La anciana hablaba lentamente, algo que parecía gustarle a su visitante.

—La pequeña Sandra no sale porque nació hace un mes. La pobre llora más que otra cosa, pero mis hijos dicen que es una niña muy guapa. Su foto también esta en la mesilla, ¿qué te parece?

Hubo un silencio prolongado, pero la respuesta la dejó satisfecha.

—Tiene los mismos ojos que su madre.

—Entonces seguro que es muy guapa —respondió, mostrando picardía en su cara—. La verdad es que no lo entiendo, con lo amable que eres y que nunca me hables de los tuyos.

De nuevo ese silencio.

—La verdad es que no hay mucho que contar, abuela. No veo a mi padre desde… que tuvimos una discusión. Lo último que me dijo fue que no me quería volver a ver…

Ella puso el cuadro sobre su pecho. Con el rostro serio, al igual que el suyo.

—Ningún padre puede guardar rencor a un hijo para siempre. Tal vez solo necesite tiempo. La cuestión, es si tú también le guardas rencor.

Ante el silencio, prefirió no seguir con ese tema. Se tumbó de cubito supino.

—¿Sabes una cosa? He vivido feliz todos estos años, he visto crecer a mis hijos pero… lamento no haber podido ver a Sandra, y… seguramente moriré antes de que ella conserve algún recuerdo mío.

—¿Por qué dices eso?

—La enfermedad que me aqueja es solo un ultimátum, cuando se manifiesta en mi familia suele tardar poco en segarnos la vida. Lo único que siento es que Dios no me hubiese dado más tiempo.

—Nadie sabe con certeza lo que nos deparará el futuro —dijo su visitante.

Ella volvió a sonreír, y volvió a colocarse bocarriba.

—Sea como sea, estoy satisfecha con la vida que he tenido. ¿Y tú?

—… Trato de mejorar lo que tengo.

—Es un buen comienzo. Hay que cuidar lo que más queremos.

De nuevo ese silencio, pero esa vez, la respuesta no se la esperaba. Notó como unas manos desconocidas tomaron su derecha.

—Puede que esta sea la última visita que te haga, abuela, así que voy a hacer algo por ti, pero tengo que pedirte una cosa a cambio.

Brenda no tenía miedo, él se ganó su confianza. Para ella era una lástima, pero tampoco tuvo la esperanza de que ese hombre estuviese ahí siempre.

—¿Qué es lo que quieres?

—Que aproveches el tiempo que te queda con tu familia, y que no te olvides de esta noche.

De pronto sintió como alguien se inclinaba sobre ella y la besaba en la frente, y después nada. Oyó los lentos pasos del desconocido, para quedarse sola poco después.

Javier se sentía un poco mejor, esa mujer puede que fuese la mejor persona que había en el hospital, era la única que desprendía fe y amor por la vida. Ignoraba lo que Brenda diría a su familia, y en el fondo no le importaba. Ahora tenía tiempo para contar lo que quisiera.

¿Reconciliarse? Ojala todo fuese tan fácil como se lo plantean los humanos. “Él” ignora a todos los de su clase, y después de su encierro era él quien no quería saber nada del anciano de los días. Aquella temporada en el foso hizo mella en el posesor de Javier, y buscaría la redención si no fuese porque no le interesaba.

Pero no podía negarlo, echaba de menos Su presencia. Tal vez esa anciana supiese de lo que hablaba. No se arrepentía de haberlo hecho.

O mejor dicho, su parte humana no se arrepentía de haberlo hecho.

* * *

MaDRID, 8 de octubre 2009

Tres más.

Aquel caso era desquiciante. Tres muertes más, cuerpos despedazados de forma inhumana… y lo único que los relacionaba era el mismo animal.

Julia tenía una tonelada de papeleo sobre el escritorio, con todos los datos de cada una de las once víctimas. Carnets, seguridad social, oficio, domicilio… había revisado hasta la matrícula de los coches, pero no encontraba nada.

Se pasó la mano por el pelo, echándoselo hacia atrás mientras suspiraba. Podría decirse que el comisario casi se descojonó en su cara, porque no cabía en cabeza alguna que un bicho tan de pesadilla pudiera tener un dueño capaz de dominarlo. Pero ella estaba segura. Un animal tan salvaje habría devorado a las victimas de los callejones por igual, a la chica prácticamente se la quitó de en medio para llegar a Ramón. Y si no, si se equivocaba… que Dios les ayudase si esa bestia fuese inteligente.

Los medios de comunicación, en especial la prensa sensacionalista, llevaban tiempo publicando basura sobre los asesinatos y el animal, mencionando hasta tonterías sobre alienígenas o mutantes, pero a ellos también se les ocurrió lo de un dueño.  Delante tenía un artículo bastante explicito.

 

EL AMO DE LA BESTIA ACTUA DE NUEVO

 

La histeria de las masas comenzaría pronto si no lo paraban de una vez. La gente empezaba a evitar el exterior de sus casas durante la noche, algunos incluso empiezan a considerar el mudarse de la ciudad. Esa puta publicidad haría más famoso a ese domador que el maldito Jack el destripador.

Venga Julia, sabes que te puedes estar equivocando.

Cogió su vaso de café y recostó la espalda en la silla, necesitaba abstraerse por un segundo del caso para poder mirarlo más tarde desde un punto de vista objetivo. No podía permitirse permanecer bloqueada… Pero estaba empezando a rendirse con su teoría, y era la mejor que tenía. Primero prefería asegurarse de si era una ridiculez o no antes de dar palos de ciego por otras vías de investigación.

—¿Cuántas veces te has topado con casos sobre monstruos, Julia? —se decía a si misma, sin importarle si estaba hablando sola—. ¿Cuántos como tú han estado en tu misma situación?

No sabía si era la primera, pero se sentía una maldita principiante al no encontrar nada… una principiante ingenua.

Bebió un poco, notándolo más agrio de lo normal, “o es la máquina la que se ha roto o es que quien estaba agriada era ella” pensó… Se forzó a seguir un poco más, con la esperanza de encontrar algo en cualquier momento.

Empezaba a tener dolor de cabeza de releer los mismos informes una y otra vez. Cuando alguien tocó a la puerta de pronto ella dio un respingo, y gracias a esa reacción involuntaria su vaso se volcó encima de uno de los informes.

—De puta madre —dijo, tratando de arreglar aquel estropicio, y Bernardo, uno de los becarios abrió la puerta.

—Inspectora Vinas, se la necesita en…

—Ahora no, Bernardo —le cortó ella, sin apartar la vista de su tarea. Sin embargo él insistió.

—Pero…

Por Dios… —Julia levantó la vista, con el ceño fruncido.

—Mira, si es importante que se ocupe David, ¡pero vete a tomar viento!

Bernardo se apresuró a salir de allí, dejándola sola.

—Joder, si este es el futuro del cuerpo estamos apañados… —decía entre dientes mientras pasaba servilletas por los papeles, no le apetecía volver a sacar copias de los originales… y de repente se paró. Se fijó en una parte específica de los informes, en algo que ya había leído antes… pero en otro sitio.

Parecía que la esperanza daba sus frutos.

… ¿Es posible?

Se levantó del escritorio como impulsada por un resorte y se fue, los agentes que pasaban a su lado reparaban en ella por lo rápido que iba.

Entró en el almacén de pruebas, y fue directa a una de las estanterías. Con los guantes puestos, abrió una de las bolsas precintadas y sacó una cartera, la de una de las últimas víctimas. En cuanto la abrió y revisó el tarjetero, encontró la respuesta.

Premio.

Llevó su mano al bolsillo y sacó el móvil, y llamó a David.

—David, tengo algo, en cuanto puedas ven a mi despacho… Sí, hay que hablar con Nick Fury.

Le explicaba los detalles mientras desandaba el camino y miraba lo que sacó de la cartera, una tarjeta con la dirección de un club que estaba haciendo furor en los últimos años.

Sucubus nest.

* * *

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6 marzo 2010 6 06 /03 /marzo /2010 16:01
Tres videos de uno de los franceses más zumbados que he visto en mi vida, y encima lo hace bien el tio xD





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